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¿Por qué nos dan de probar el vino antes de servirlo? Estos son los motivos

Imagen: iStock

Cuando salimos a comer fuera de casa queremos gastar el dinero en degustar cosas ricas. Los más disfrutones acompañarán siempre sus platos con un buen vino, sea blanco o tinto. El momento de seleccionarlo supone toda una experiencia para los más entendidos. Sin embargo, los más inexpertos en la materia pueden verse abrumados ante la cantidad de opciones que ofrece la carta del restaurante.

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Para escogerlo, podemos dejar guiar por el consejo del maître o sumiller, que tratarán de aconsejarnos en base a nuestro gusto y presupuesto, claro. Una vez elegido, el ritual antes de servirlo en copa siempre es el mismo. El camarero lo descorcha, se acerca a la mesa, muestra la botella y realiza la pregunta: '¿quién probará el vino?'.

Los hay que rápidamente se arman de valor y responden enseguida, mientras que otros intentan hacerse el loco apartando la mirada o pasando el marrón a su compañero de mesa diciendo un 'él/ella, que entiende de vinos'. Y aquí comienza el protocolo.

El sumiller procede a echar una pequeña cantidad de vino en la copa y la persona encargada de catarlo se hace el interesante: levanta la copa, la agita, comprueba el color y el olor del vino y lo prueba. Muchos optan por decir un simple "muy bueno, gracias" asintiendo la cabeza para dar su consentimiento a que el camarero sirva al resto de los comensales. 

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Objetivo: verificar que es el vino que se ha pedido

Muchos piensan que cuando nos invitar a probar un vino, se nos está poniendo a prueba como si fuera un examen. Están equivocados. Uno de las razones por las que se sigue este protocolo es para verificar que es el vino que se ha pedido.

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Es importante fijarse en el estado del corcho, que deberá estar manchado en la parte que ha estado en contacto con el vino. De no ser así, podría significar que la bebida no se encuentra en buen estado. Deberemos comprobar que no esté avinagrado. En ese caso, el sumiller puede probar el vino para comprobarlo. 

¿Se puede devolver la botella de vino si no nos gusta?

Otra de los motivos por los que se da de probar los vinos es para cerciorarse de que la bebida se encuentra en la temperatura óptima. Un blanco que se ha atemperado o un tinto demasiado frío no se disfrutarán igual. De ocurrir estas dos cosas, el cliente tiene derecho a pedir otra botella. Pero ojo con solicitar un nuevo vino porque el que hayamos catado no nos gusta. Aquí el restaurante no está obligado a cambiar la botella de forma gratuita.

Uno de los motivos por los que se da de probar el vino es verificar que es el que se ha pedido (iStock)
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