A menudo, damos por hecho que los objetos que nos rodean en el día a día están diseñados para ser utilizados de una sola manera. Sin embargo, el diseño industrial tiene en cuenta muchos aspectos que habitualmente no son explicados a la población.
Por ejemplo, es muy habitual que aquellos que consumen una lata de refresco, ya sea en un bar o en su propio domicilio tiren de la anilla para abrirla pensando que ésta solo sirve para desbloquear el orificio por el que saldrá el líquido que se beberán.
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Las manías de la gente con las anillas son muy variadas: hay quienes prefieren dejarlas para no cortarse el labio, otros la lanzan como proyectil en una broma hacia sus acompañantes o incluso hay quien realiza juegos pueriles para vaticinar la letra del nombre de la persona de la que, supuestamente, se acabará enamorando. Además, muchas personas las coleccionan para darle un segundo uso estético, como, por ejemplo, fabricar collares o pulseras con ellos.
¿Para qué sirve la anilla de las latas de refresco?
Sin embargo, lo que muy pocos conocen es que la anilla está creada para que las personas no tengan que beber directamente de la lata. Es decir, para que no tengan que pegar sus labios al recipiente, algo poco higiénico, ya que el producto ha podido pasar por todo tipo de manos, medios de transporte o estanterías.
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¿De qué manera? Una vez abierta la lata, tirando de la anilla hacia adelante y hacia atrás, esta se debe girar para que el agujero circular que tiene en medio quede sobre el del orificio del bote. Ahí se debe colocar una pajita a través de la cual se consumirá el refresco.
Es cierto que se puede introducir la pajita directamente en la lata, pero las burbujas y el líquido hacen que flote y se salga del envase. Para eso fue creado el agujero de la anilla, para que la pajita quede inmóvil y se pueda beber sin que se salga el contenido de la lata.
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