Quien a los suyos se parece, honra merece, reza el refrán; pero el de la Princesa de Asturias a su abuela para zafarse de su abrazo no es ni de lejos un buen ejemplo. Mucho se ha hablado de la excelente educación que habría proporcionado la reina Letizia tanto a su primogénita como a la infanta Sofía, del autocontrol que les habría enseñado, de las buenas maneras, la amabilidad… Y la heredera ha fallado en lo más importante: el respeto a los mayores.
La brusquedad del movimiento de la niña de 12 años ha sido tal que hemos de dar gracias a que la abuela emérita, que cumple 80 este año, se encuentre en buena forma física. A otra abuelita se le habría descoyuntado el brazo ante semejante aspaviento. Hay que decir en su descargo que la situación era tensa: tu abuela quiere hacerse una foto contigo y tu madre quiere que no te la hagas, y al mismo tiempo hay cientos de fotógrafos y curiosos a tu alrededor. ¿Cómo habría reaccionado otro niño? ¿Huyendo para no desairar a ninguna de las dos? Leonor no podía nadar y guardar la ropa. Y una madre es una madre. A la vista de lo que se come en su casa y hasta en el colegio, Letizia manda mucho en Zarzuela. Cada uno sabe lo que tiene en su casa.
Y aún hay más. No olvidemos los condicionantes genéticos. Leonor es digna nieta de su abuelo, corre mucha sangre borbónica por sus venas, aunque su mitad plebeya (Ortiz+Rocasolano) aflora a veces. No es ella el primer miembro de la dinastía reinante en España que propina un histórico manotazo. Solo hay que remontarse a la bofetada que Luisa Carlota de Borbón dos Sicilias propinó al ministro de Justicia, Calomarde, un histórico guantazo que desencadenó tres guerras carlistas. El buen hombre, con la cara roja por el golpe, tuvo la galantería y la santa paciencia de pronunciar esta célebre frase: "Señora, manos blancas no ofenden".

Juan Carlos I, descendiente directo de la hermana de Luisa Carlota, María Cristina de Borbón (madre de Isabel II), tiene tanto carácter como su ilustre antepasada. El pasado domingo en Palma se mostró muy tranquilo y parecía observar atónito el rifirrafe entre su mujer, su nieta y su nuera. Y sin embargo, él mismo, en un escenario similar, hizo algo parecido en el año 2010. Fue en la Catedral de Santiago, con motivo de la celebración de la Fiesta del Apostol. Y la víctima fue la misma: la sufrida Reina doña Sofía, la mujer que se está ganando el respeto y el cariño de todos los españoles a golpes, con su paciencia y reiterada resignación. La escena completa se puede ver en entre el minuto 7:10 y 7:40 de la retransmisión en directo de la solemne ceremonia litúrgica que hizo Televisión Española.


Al subir las escalinatas la Reina se agarró al brazo del Rey, convaleciente de sus dolencias de rodilla, y a punto estuvo de hacerle tropezar, cuando lo que pretendía era ayudarle. El Rey, que quería seguir su ritmo, no se molestó en disimular su desagrado, le dio un codazo e hizo diversos aspavientos para liberarse del brazo protector de su esposa. Fue también una escena tensa y desagradable.


En agosto del 2012, el Rey volvió a mostrar su genio sin ningún reparo. Y lo hizo con su chófer, con quien tiene demasiada confianza. Fue en Madrid, a la llegada a un acto de la Dirección General de Tráfico. Quería que se acercara más a la puerta para no tener que andar tanto y en lugar de explicárselo con calma le pegó un puñetazo en el brazo, un puñetacito, pero puñetazo al fin y al cabo.
Hay otras muestras, como el famoso "quita ese micro de ahí", del Rey al periodista Nico Abad cuando hablaba con el desaparecido Ángel Nieto a pie de pista en el circuito de Jerez.
Esperemos que Leonor, por su propio bien, haya heredado no solo el genio de su abuelo, sino también el autocontrol de su padre, el Rey Felipe VI, todo un gentleman, que sí sabe controlar sus nervios, como quedó demostrado en la Misa de Resurrección cuando trató de mediar entre las dos reinas y la heredera. En un segundo vídeo, Leonor lleva un beso de su abuela Sofía, se supone que marcado de carmín, en la frente, y su madre, Letizia, se lo borra a su hija. Lo dicho, hay tensión. Un gesto de muy de madre contra abuela-suegra. ¿Se lo habría dejado si el beso hubiera sido de Paloma Rocasolano, su otra abuela?
Letizia, Sofía y Leonor... ¿Besos borrados? ???? pic.twitter.com/yjSRAckwly
— Jesús Cintora (@JesusCintora) 3 de abril de 2018