El refugio nevado que la Casa Real disfruta en usufructo desde hace décadas es un caramelo en la puerta de una escuela. Al menos para Iñaki Urdangarin y el rey Felipe VI, los dos que más lo han disfrutado en los últimos años. El ex de doña Cristina lo reclamaba para sí en el reparto de bienes previo al divorcio pero, tal y como contábamos este lunes, la infanta trazó una línea roja. ¿El motivo? La voluntad de su hermano, que se ha dedicado a 'espantar' a su cuñado de Baqueira Beret en el último año.
Y es que Iñaki acudió al chalet del pirineo catalán el pasado mes de febrero con su novia, Ainhoa Armentia. Un viaje que se entendió como un desafío abierto a la que había sido su familia política y al que el monarca respondió de inmediato: puso rumbo a Baqueira y ordenó que Iñaki despejara la propiedad. Así se hizo. Urdangarin no tuvo más remedio que coger a su novia y salir por patas.
No contento con ello, volvió a intentarlo el pasado mes de agosto. Según Juan Luis Galiacho, el ex deportista se trasladó nuevamente a Baqueira (no se sabe si con Ainhoa o con amigos) para disfrutar de unos días en la montaña. Don Felipe, al ser informado, repitió la jugada: viajó hasta allí obligando a su ex cuñado a regresar a Vitoria antes de tiempo.
Finalmente, las negociaciones por el reparto de bienes entre Iñaki y Cristina han llegado a su fin y con ellas, el pulso que mantenían los dos cuñados por la casa vacacional de invierno. Urdangarin, además de una pensión mensual de 25.000 euros y dos millones más en concepto de compensación, se queda con la casa de Bidart. Baqueira seguirá siendo para el disfrute exclusivo de la familia real.