Rectos, fríos, inalterables y siempre firmes. Alberto y Charlene de Mónaco son alérgicos a las demostraciones de amor en público (PDA por sus siglas en inglés). Por eso, ha llamado tanto la atención que el príncipe abrazara a su mujer por la espalda en un acto público. El gesto, inaudito en este matrimonio, viene precedido por un potente runrún de separación en palacio.

Alberto II tuvo que salir al paso para atajar los comentarios, cada vez más numerosos, sobre su crisis matrimonial. Tanto que hasta se comentó que la ex nadadora sudafricana ya no vivía en Mónaco, sino que se había instalado en Suiza. Vaya, que hacían vidas separadas. El príncipe escogió el Corriere della Sera para zanjar este asunto y confirmó que Charlene está "siempre" a su lado. Además, señaló que no entendía de dónde venían "esos rumores". "Me hieren", dijo.

Esa es la línea de comunicación y en esta se mantiene el jefe de la casa Grimaldi. Este domingo 10 se dejaba ver en la final del Mundial de Rugby, que se disputó en Marsella. Alberto, que ocupaba su asiento en el palco junto a su mujer, pasó su brazo por la espalda y la abrazó. La ex nadadora, con una mirada ausente y casi melancólica, permanecía junto a él.

Charlene estuvo ingresada en una exclusiva clínica suiza, entre octubre de 2021 y marzo de 2022, para recuperarse de una fatiga crónica. Durante esos meses y su posterior convalecencia, estuvo apartada del foco público. Charlene desapareció de los actos oficiales. Fueron casi seis meses de invisibilidad y de ausencia.

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