No se nos ocurre mejor cita sobre el póker de Reyes y la fotografía de don Juan Carlos y doña Sofía, junto a Felipe VI y doña Letizia, que una que popularizó la inmensa Paloma San Basilio en la más famosa de sus canciones: "Juntos, un día entre dos, parece mucho más que un día / Juntos, amor para dos, amor en buena compañía / Si tú eres así, qué suerte que ahora estés junto a mí". Vamos a ello.
La supervivencia de las viejas monarquías en las democracias del siglo XXI obliga a permanentes manejos retóricos, a distinguir entre cuestiones formales y no tan formales, entre vida privada y vida pública, y en este baile de precisiones y matices a veces es inevitable caer en pequeñas incoherencias, despropósitos o escenas que servirían para armar tragicomedias tan griegas como nuestra reina Emérita
Yo a Londres, tu a Abu Dabi (va a ser que no)
Felipe VI y Juan Carlos han vuelto a compartir agenda institucional, un hecho histórico consecuencia del deseo de la mismísima Isabel II, cuya voluntad fue cursar una invitación personal para que tanto el Emérito como Doña Sofía acudieran a los actos organizados en torno a su funeral.
Pero el empeño de don Juan Carlos en acudir a las exequias no ha estado exento de incomodidades para algunos asistentes, y no solo para Felipe VI y Letizia. El Monarca llegó acompañado por su esposa y su madre, doña Sofía, y por el jefe de Protocolo, Francisco Lizaur, y el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares. Se desplazaron hasta Londres en un avión de la Fuerza Aérea Española.
Corinna Larsen
Hasta ahí bien. Pero doña Sofía, a la vista de su expresión, lo pasó fatal cuando apareció el padre de sus tres hijos: el protocolo la obligó a compartir hotel con su marido. Y también a llegar después con don Juan Carlos a Buckingham. A pesar de ser una de las mejores y más veteranas profesionales de la cosa royal, el rostro de amargura era indisimulable. Estaba allí, en la misma ciudad donde su marido aún tiene un pleito por acosar presuntamente a una de sus muchas amantes. Aparte del empeño personal de don Juan Carlos de ser una "estrella" mediática y no un apestado que vive castigado en el Golfo Pérsico, aceptar la invitación le permite mostrar ante la corte de Londres que sigue siendo Familia Real, y eso puede ser una buena baza en su defensa ante el proceso judicial que tiene abierto con Corinna Larsen.

Con premeditación y alevosía, don Felipe y doña Letizia llegaron después, parapetados en las normas de protocolo como excusa para no hacerse la foto que este lunes sí hemos visto en la Abadía de Westminster de los cuatro juntos. La Reina Letizia repetía el vestido con el que acudió a la capilla ardiente y los pendientes de brillantes que tiene desde que era Princesa de Asturias.
Para doña Sofía, esos momentos han debido ser una tragedia a la vista de su triste mirada, resignada al destino que la ha vuelto a atrapar, en público, junto al hombre que la ha humillado desde hace décadas. ¡Qué gran tragedia escribirían de este drama ilustres paisanos de la reina griega de España, como Sófocles y Eurípides o Esquilo, aquel que dijo eso de "es una gran felicidad ver a nuestros hijos alrededor de nosotros; pero de esta buena fortuna nacen las mayores amarguras del hombre". Lo dicho: nada pudo hacer doña Sofía por escapar de este indeseable destino.
En el primer acto de la tragedia vimos a don Juan Carlos caminando apoyando su mano derecha en un bastón de fibra de carbono y agarrándose a un asistente con la izquierda. Y así, doña Sofía con cara de tragedia griega, y su marido, con visibles problemas de movilidad, los Eméritos fueron pareja y no fueron felices ni comieron perdices, que sepamos, pero se adentraron en Buckingham.
Pero el Rey Emérito es más romano que griego y no quiso evitar ni a su mujer ni a su hijo el trago de esta pequeña tragedia, la imagen de su mujer junto a él, y la que hemos visto este lunes de los cuatros juntos. Don Juan Carlos aterrizó en Londres por sus propios medios (le habrán prestado un avión) desde Abu Dabi. Había saludado a su esposa en Zarzuela en mayo, cuando se dio el baño de masas por Galicia y pasó por palacio para que su hijo le riñera y le dijera que se dejara de visitas mediáticas. Pero la Casa Real no nos dejó ver la escena. Además, doña Sofía estaba contagiada con Covid y tuvo que mantener distancia y portar mascarilla en todo momento.
Este lunes los cuatro Reyes sí han coincidido y sí se han juntado. Y la foto es "La Foto". Nada menos que en la Abadía de Westminster, en un acto para la historia, como es el funeral de Estado por Isabel II: compartiendo banco y sabiendo, el Gobierno, la Casa Real y toda España que esa foto ya es la más vista y comentada, y que no es buena para el actual jefe de Estado. No exageremos y, volviendo a Esquilo, en homenaje a la sufrida doña Sofía: "Lo que deba ser, será".