Es el día más grande para el país, que despide a Isabel II en un funeral de Estado, el primero que Reino Unido celebra en este siglo. La ceremonia, con toda la simbología que marca el protocolo, ha emocionado a Carlos III, que presidía el primer banco de la derecha con sus hermanos. El nuevo rey ha compartido espacio con Andrés, el único hijo de la reina que vestía de civil por haber sido despojado de sus honores militares.
El carruaje de armas de la Royal Navy, escoltado por 142 marineros, ha portado el féretro. El ataúd de roble inglés, revestido de plomo, fue fabricado hace 30 años, según The Times.
El recién proclamado rey Carlos III encabezaba el cortejo fúnebre, junto a sus hermanos, Eduardo, Ana y Andrés; y los hijos del monarca, Guillermo y Harry, que en los actos fúnebres de su abuela han escenificado un acercamiento entre ellos. Durante el recorrido han sonado las gaitas y tambores de los regimientos escocés e irlandés. En la procesión han desfilado miembros de la Royal Air Force, la Royal Navy y los Royal Marines y la guardia de honor.

Londres se ha blindado para acoger a los 500 mandatarios que asisten a las exequias. Entre ellos, los reyes de España, Felipe VI y Letizia; y los eméritos, don Juan Carlos y doña Sofía. Los cuatro reyes, que coincidieron en el Palacio de Buckingham este domingo 18, han vuelto a verse. Esta vez, delante de las cámaras. Han compartido banco en la Abadía de Westminster. Se trataba del primer encuentro de los cuatro en un acto público desde el funeral de la infanta Pilar, en enero de 2020.

La abadía, escenario histórico que alberga la coronación de reyes en Reino Unido, tiene un gran significado para Isabel II: allí se casó con Felipe en 1947; y, al igual que sus antecesores, allí también se coronó. Fue en 1953, un año después de su proclamación.
El decano David Hoyle y el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, han dirigido el servicio religioso y han pronunciado el sermón. La ministra, Liz Truss, también ha pronunciado unas palabras en tributo a la reina.
Un toque de corneta anunciaba el final de la celebración y marcaba el comienzo los dos minutos de silencio nacional. Tras el servicio, el féretro era trasladado al Arco de Wellington, en el Hyde Park Corner de Londres. Era la segunda procesión, a pie, de un día de duelo nacional. Encabezaba el cortejo la Real Policía Montada de Canadá. También han desfilado miembros de las fuerzas armadas británicas, la Commonwealth y la policía. En medio del silencio, retumbaban las salvas de honor y el Big Ben, cuyas campanas repicaban en señal de duelo. Finalmente, en torno a las 15:00 (hora local) el ataúd se trasladaría hasta el Castillo de Windsor, a unos 33 kilómetros de distancia.
Hasta dos millones de personas se han desplazado estos días a Londres para rendir homenaje a la soberana. Más de 800.000 británicos han pasado por la capilla ardiente de Westminster Hall. La cola de 10 kilómetros, la más larga de la historia del país, se cerró el domingo 18 con una espera media de 14 horas. A las 8:00 de la mañana (hora local) se abrían las puertas en la Abadía de Westminster para acoger los restos mortales de la soberana.