El último acto admirable de Isabel II fue morir y con ello unir al Reino Unido más desunido de los últimos tiempos. Golpeado por la inflación y con una primera ministra recién llegada, y muy cuestionada, el adiós de la Reina a sus 96 años ha desatado el amor y el respeto generalizado, visible en todo el país y especialmente en las puertas de Buckingham, donde familias enteras acudían con flores desde el mismo momento de conocerse que la Monarca había fallecido.
Padres y madres desfilaban con hijos muy pequeños que probablemente no entenderán ahora qué hacían allí un lluvioso jueves de septiembre pero que recordarán mientras vivan que les llevaron a palacio el día que murió la mujer que sale en la monedas y en los billetes de libras esterlinas, la soberana que unas horas antes de irse para siempre había despedido a Boris Johnson y aprobado la llegada de su tocaya, la inquietante posibilista que vive ahora en Downing Street, a pesar de que solo uno de cada ocho británicos la apoya y de que más de la mitad de la población se teme que la gestión de Liz Truss será "terrible".
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El impopular y la populista
Casi de un día para otro, el Reino Unido estrena jefe de Estado y primera ministra; uno, infinitamente menos popular que su madre y que su hijo, y la otra, sucesora del movimiento político que ha arrastrado hacia el populismo barato a los tories.
Pero, incluso con semejante paisaje económico, político y social, con la incertidumbre del nuevo Carlos y con el país en manos de semejante primera ministra, el maná del respeto y la devoción hacia quien Felipe VI calificó el jueves como "una de las mejores reinas de todos los tiempos" actuaba ya este jueves como linimento social. La corona británica, representada por la Monarca incluso después de muerta, cuando su hijo Carlos ya era el Rey, cumplía así con su principal deber: mantener unidos a sus súbditos, juntos en el solemne momento de mostrar respeto y agradecimiento. De algún modo, la conmoción por esta bisabuela nonagenaria es mundial. Solo la Commonwealth o Comunidad de Naciones alcanza las dos terceras partes de los habitantes de la Tierra. Hasta la líder independentista de Escocia reaccionó en un mensaje en Twitter al fallecimiento de la soberana en su residencia del castillo de Balmoral, cerca de la localidad escocesa de Aberdeen. "Su vida fue de una dedicación y servicio extraordinarios. En nombre de la gente de Escocia, transmito mis más profundas condolencias al Rey y a la familia real", señaló la dirigente del partido Nacionalista Escocés (SNP, en inglés) en su tuit. Nicola Sturgeon añadió que la muerte de Isabel II es "extremadamente triste" para Reino Unido.
Este domingo ya ha comenzado la reina muerta a moverse por las ciudades escocesas y después llegará a Londres en avión. El funeral de Isabel II será este lunes en la Abadía de Westminster. Será llevada del Palacio de Buckingham a Westminster Hall, en el edificio del Parlamento, el miércoles, donde el ataúd descansará sobre un catafalco. La reina estará en capilla ardiente durante cuatro días antes de su funeral, tiempo en el que el público podrá despedirse. Este domingo, el ataúd de roble de la reina, está siendo trasladado desde el salón de baile del Castillo de Balmoral (Escocia), donde falleció este jueves, y transportado a un coche fúnebre.
Todas las ciudades del Reino Unido están plagadas de carteles de Isabel II, y apenas se ven imágenes del nuevo rey en las calles. En cambio, en la Gran Bretaña y en buena parte del planeta, se ha hecho viral la imagen de Carlos III con la anécdota del tintero. Mal empezamos.
Signalling at an aide through clenched teeth to move something out of his way pic.twitter.com/SSe8j8VeUz
— Emma Devlin (@theactualemma) September 10, 2022
Start as you mean to go on. pic.twitter.com/2dsb150Z0s
— Sketchaganda (@sketchaganda) September 10, 2022
El cariño popular que consiguió la reina Isabel II de Inglaterra y que ha sostenido a la monarquía británica fue en cierto modo ofendido este sábado cuando el nuevo soberano fue proclamado oficialmente monarca del Reino Unido. El gesto que Carlos III exhibió con uno de sus súbditos fue exigirle de mala manera que retirara de la mesa el tintero con el que el monarca moja la pluma con la que firmó su proclamación como rey.