Para la familia real, lo mejor de este formato de apariciones en público ante los medios es la relajación. No es lo mismo posar en un acto público, con su peso institucional, que sonreír delante de las cámaras de forma relajada y espontánea paseando por la calle una noche de verano. Por eso estas salidas de la reina Letizia con su suegra, doña Sofía, propician un lenguaje corporal más relajado y valioso.

Fue el formato al que se recurrió para transmitir esa imagen de unidad familiar, de buena química y de conexión. Doña Sofía aparece caminando agarrada del brazo de su nuera. Se aferra a ella en un gesto de conexión y de cariño. Fue este domingo 7 de agosto por la noche, a la salida del restaurante Beatnik Palma, donde fueron a cenar junto con Leonor y Sofía.

En esta ocasión se ausentó don Felipe, que se encontraba en Bogotá (Colombia), donde asistió a la ceremonia de investidura del presidente Gustavo Petro. Acompañaban al Rey en este viaje, el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, y el Jefe de la Casa del Rey, Jaime Alfonsín. Una ausencia que aún daba mayor protagonismo a las dos Reinas y más alcance a su gesto de conexión.

A esta relajación del guion se sumaron sus looks. Los estilismos también cuentan porque van en armonía con el paseo junto al mar. Van más conjuntadas que nunca: Letizia y sus hijas, con tres looks de Zara, que combinaron con alpargatas. La reina emérita se unió a 'la noche de las cuñas' luciendo otro modelo, sencillo y cómodo para caminar. La esposa de Felipe VI abandonó por un día el largo midi al que lleva abonada desde hace años y se decantó por un mini vestido boho de corte camisero. Acierto. 

Tras la cena, en el centro de Palma, pasearon por el barrio antiguo de Sa Llotja, donde se perdieron entre los puestos del mercado de artesanía.

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