Victoria Federica de Marichalar se estrenaba este jueves en la Mercedes Fashion Week Madrid, la antigua Pasarela Cibeles, posando en el photocall de Pedro del Hierro, para ocupar después un asiento en el front row. Paula Echevarría fue la otra invitada estelar del desfile de la firma española.
La hija de la infanta Elena y Jaime de Marichalar se ha propuesto ser una de las influencers más cotizadas de la moda pero últimamente solo la habíamos visto en la Semana de la Moda de París, donde acompañó a su padre a las pasarelas de Vuitton, Loewe y Chanel.

La presencia de Victoria en la semana de la moda madrileña fue una sorpresa que no estaba anunciada en la convocatoria de prensa. Su llegada al photocall despertó expectación entre los periodistas que cubren los desfiles, aunque aparte del posado, les resultó imposible acercarse a hacerle alguna pregunta o comentario sobre la moda española, su nueva actividad como influencer y no digamos saber qué opina sobre el regreso de su abuelo don Juan Carlos o el nuevo piso de su madre.

A diferencia de otras celebridades invitadas a los desfiles, que como ella cobran por estar allí promocionando la marca, Victoria pasa de la prensa, vuelve a veces la cabeza, cuando tiene una cámara enfrente y muestra muy poco aprecio por el trabajo de los medios de comunicación.
La hermana menor de Froilán está mal rodeada y peor aconsejada. A su alrededor tiene un equipo, agencia de comunicación o mánager, que la distancia de la gente y esto va a empezar a pasarle factura. Victoria dejó el recinto de Ifema deprisa, corriendo y enfadada, por el interés que había despertado. No midió ni reflexionó que esa curiosidad de la prensa se debe a sus apellidos, no a otros méritos (todavía).

Tampoco quiso entrar en el Kissing Room, la sala donde después de cada desfile, diseñadores y sus invitados, toman una copa y hablan. Una actitud arrogante que solo le servirá para granjearse la antipatía de los medios y de la gente normal. Su carrera como celebrity está empezando con mal pie en España y aunque ya no es parte de la Familia Real, sigue siendo familia del Rey y nieta de reyes, en un momento en que la institución necesita exhibir ejemplaridad y buenas formas para compensar conductas por las que su abuelo acaba de disculparse en una carta. Un poco de humildad, aunque sea postureo, es conveniente para la imagen pública de todo el mundo.