Aparentemente, los antecedentes familiares de Jaime de Marichalar en los noventa parecieron encajar con las exigentes políticas de Zarzuela en cuanto a la escogencia de un candidato para la infanta Elena, y aunque Doña Sofía vio con buenos ojos el naciente romance, el Rey Juan Carlos no estaba tan convencido.
En aquel entonces, al monarca se le juntó la nueva relación de su hija mayor en Francia, tras romper con el jinete Luis Astolfi y la que había empezado a mantener el príncipe Felipe en Estados Unidos con Gigi Howard.
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Fue por ello que, tal y como recoge The Objective, don Juan Carlos I encargó a los servicios secretos investigar a la modelo estadounidense, pues el interés amoroso de Felipe, era un tema sumamente delicado. Pero en el caso de la infanta Elena, su padre quizás no habría ordenado investigarlo, pero sí corroborar que los datos que el mismo joven ponía en su curriculum fueran ciertos.
Según el diario, eso de que a la reina Sofía le pareciera un buen chico estaba bien, pero era insuficiente. Juan Carlos se puso en contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores, dirigido en ese momento por Javier Solana. Al embajador de España en Francia le llegó la petición formulada desde la Casa Real: querían que comprobaran si eran ciertos los detalles que les mandaban de un joven llamado Jaime de Marichalar que llevaba un tiempo viviendo en París.