La 'desaparición' pública de la princesa Charlene de Mónaco sigue rodeada de misterio y contradicciones: mientras el palacio asegura que se encuentra descansando por "fatiga mental" tras la enfermedad infecciosa que la retuvo durante seis meses en Sudáfrica, sus amigos afirman que estuvo a punto de morir. Este martes, el padre de la princesa, Michael Wittstock, ha hablado por primera vez del estado de su hija pero lejos de arrojar luz a la situación, ha generado todavía más incógnitas al confesar que llevan sin verla más de siete meses.
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Muchos medios publicaron que la familia de Charlene era su mayor apoyo durante su recuperación tras someterse a tres complicadas cirugías por una infección nasofaríngea grave en Sudáfrica. Se dio por hecho que sus padres la acompañaban y cuidaban en este trance, pero el propio Michael Wittstock lo ha desmentido en un medio sudafricano: "A nuestra edad (75 él y 76 su mujer, Lynette), hay que tener mucho cuidado con el Covid. Tampoco quería contagiarla porque se había sometido a muchos procedimientos médicos y era muy vulnerable", ha contado. El dato ha sido muy comentado en redes sociales, donde los usuarios no dan crédito: ¿el miedo al coronavirus era tan grande que ni PCR's ni aislamiento preventivo pudieron hacer que unos padres estuvieran con su hija en su momento más complicado?

Hay que apuntar, además, que los Wittstock residen en Johannesburgo, una ciudad a 470 kilómetros de Kwazulu-Natal, donde se encontraba su hija; un trayecto que se realiza en seis horas de coche.
Eso sí, Michael afirma que han estado en permanente contacto con su hija: "Hemos hablado regularmente por teléfono y hablo con los mellizos. Tenemos una gran relación". Además, el empresario confía en que su hija se recupere muy pronto y vuelva a Mónaco para retomar sus labores: "Mi hija nadaba 20 km al día. Conociendo la forma en que entrenaba, sé que es dura y que saldrá bien, saldrá mucho más fuerte".
¿Una operación estética?
Este miércoles, además, Pilar Eyre ha publicado una nueva información sobre los motivos que llevaron a la esposa de Alberto de Mónaco a enfermar gravemente. La periodista especializada en Casa Real afirma que no fue una infección nasofaríngea la que provocó su calvario sino una operación estética. "Los médicos cometieron una negligencia durante un estiramiento facial que se hizo en Dubái, que le ha deformado la cara", apunta.
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